jueves, 7 de julio de 2016

Mes 10: Último mes completo en Austria

Bueno. En 2 días voy a estar de nuevo en Uruguay. A esta hora voy a estar en mi casa con mi familia. No voy a ir más al liceo en Feldkirch, ni a comer Kässpätzle. No sé muy bien como sentirme, pero no voy a hablar de eso en esta entrada, sino en otra. De lo que quiero escribir ahora es sobre Junio, mi último mes entero como estudiante de intercambio en Austria. El tiempo pasó no rápido, sino rapidísimo, pero estoy muy feliz por como mi intercambio ha sido hasta ahora.

Así que siéntense, abróchense los cinturones y apróntense para leer una entrada larga como la mierda pero con suficientes fotos para justificar la cantidad de texto :) con amor, eh.  

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Lo primero que hice en junio (lo primero interesante por decirlo así), fue visitar Viena durante un fin de semana. El jueves 2 compré por última vez un ticket de ida y vuelta desde Vorarlberg, y el viernes me tomé el tren de seis horas (con wifi de a ratos y sin 3G porque pasas por Alemania) hacia Viena. Allá me quedé nuevamente en casa de Sara, a quien no veía desde Octubre, por un fin de semana. Pero aparte de Sara, también me encontré con Elisa, una amiga de Uruguay que actualmente está con EF en Inglaterra de intercambio (es que yo marco tendencias) y estaba en ese momento de vacaciones. Quisimos aprovechar el hecho de que ambos estamos en Europa, donde se puede viajar de un país a otro tan fácilmente, para encontrarnos, y de paso Elisa tuvo la oportunidad de conocer Viena. Llegó el viernes ya de noche a la ciudad y fuimos a recibirla con Sara a la estación de tren.

Fue muy raro tener conmigo a una persona de Uruguay. No porque seamos del mismo país, sino porque estuve con alguien con quien compartía mi vida en Uruguay, mi "otra vida". Cuando la vi en la estación de tren mi cerebro se trancó, como si dos partes de mí se estuvieran chocando. Tenía a una parte de mi vida uruguaya parada en el medio de mi vida austríaca. Fue como si algo no estuviera del todo "bien", como si algo no encajara del todo. No sé bien como explicarlo pero fue raro. En medio de una conversación me la quedaba mirando e intentando procesar el hecho de que una cara uruguaya estuviera en Viena. Hablar con ella se sintió también fuera de lo común, porque desde agosto que no hablaba en persona con otro uruguayo, sino con latinos de otros países, y el hecho de hablar y ser 100% entendido por la otra persona (incluidos modismos raros) fue algo que había extrañado, pues si bien me mantengo en contacto con familia y amigos por Skype, no es lo mismo que tener a alguien frente a frente (en una nota aparte, debo decir que mi español se ha ido a menos).



Durante ese fin de semana nos dedicamos a turistear lo más posible. Con palo de selfies en mano (me doy asco) salimos a recorrer la ciudad. Nos juntamos con varios amigos míos de varios países: una española, un estonio, un argentino, un uruguayo (cada vez somos más) que vive en Viena con AFS, una moldava, un brasilero y otra austríaca: Nadine, la voluntaria de YFU que estuvo en Uruguay de pasante. En conjunto un grupo algo grande, aprovechamos el día y fuimos a tomar helado, paseamos, nos sacamos fotos, fuimos al shopping y por último al Wiener Prater, el parque de diversiones al que fui con Sam y Santi en octubre. Allá nos subimos a la icónica rueda gigante de Viena, que en lugar de sillas tiene cabinas (como el London Eye) desde donde se puede ver todo el panorama urbano de Viena durante unos quince minutos.


Con Eli, Sara y Lucas (de Brasil)



El domingo fuimos al Museo de Historia del Arte de Viena, uno de los mayores y más antiguos museos de este estilo en el mundo. El edificio en sí mismo es una obra de arte y los que me conocen sabrán que me encanta la historia del arte (no en profundidad, sino verla). Además, la entrada es gratis para estudiantes. Cuando vuelva a Viena voy a pasar por allá de vuelta.

Lo más divertido del fin de semana fue definitivamente la mezcla de idiomas por la que pasé: Estando solo con Sara y Elisa, hablábamos siempre en español porque Sara es bilingüe y Elisa no habla alemán. Con la española hablé también en español pero con Nadine hablé en alemán porque ella no se siente muy confiada para hablar en español. Con Sara solos a veces en alemán y a veces en español. Con el estonio hablé en inglés y a veces en alemán y con el brasilero un poco de los tres dependiendo el momento. Hubo incluso un momento durante la cena del sábado en el que en una misma conversación tuve que intercambiar entre los tres idiomas. En más de una ocasión le hablé a Elisa en alemán y ella me quedó mirando con cara de (-_-).

Ese fin de semana la pasé muy bien. Fue definitivamente una gran manera de empezar este último mes.






La que está más a la derecha es Nadine




El domingo siguiente fui al cine a ver Alicia a través del espejo, la segunda parte de Alicia en el país de las maravillas. Ya pude tachar de mi lista "ver una película totalmente el alemán en el cine y entender lo que pasa".

Otra cosa que pude tachar de mi lista fue ¡Ir a Italia! Desde hacía tiempo que tenía ganas de visitar el país, pero ya lo había dado por imposible porque a sólo un mes de irme no pensaba agarrar e irme un fin de semana para allá. Además quería usar la plata que tengo para hacer cosas en Austria.

Lo mejor de este viaje es que fue una sorpresa organizada por mi familia anfitriona. Mi hermana, Annika, vino un día y me dijo que el sábado 18 me tendría que levantar a las 4:30 de la mañana, porque íbamos a hacer algo. Cuando le pregunté qué, me respondió que era una sorpresa.
A las 5:00 estaba yo esperando en un estacionamiento junto con Annika y mi mamá anfitriona, porque mi papá anfitrión estaba enfermo y Jens trabaja los sábados. En el estacionamiento habían también otros grupos de gente que estaban esperando por algo, pero nos alejamos de ellos para que yo no pudiera oír lo que decían y así desbaratar la sorpresa. Yo no entendía nada. No se me ocurría a dónde íbamos ni por qué estábamos ahí. Después, un ómnibus de dos pisos llegó a buscarnos y tuve que ponerme auriculares y mirar para abajo para evitar ver los boletos que Annika le mostraba al chofer. No fue incluso como cuatro horas más tarde, cuando noté que los carteles a los lados de la ruta estaban en italiano y no en alemán, que me di cuenta a dónde estábamos yendo. La ciudad no la supe hasta que el chofer lo dijo: Milán.




A eso de las 10:30 de la mañana llegamos a la segunda ciudad más grande de Italia, con unos 20 grados. Teníamos tiempo hasta las cinco de la tarde para hacer lo que quisiéramos.
Como el ómnibus nos dejó al lado del Castillo Sforzesco, ahí nos dirigimos primero. Este castillo, construido en el siglo XIV, alberga hoy en día varios museos entre los que hay un museo de muebles, uno de cuadros, uno de instrumentos musicales, un egipcio y otros más. Habían incluso pinturas de Da Vinci. Muy fancy.
Frente al Castillo vimos una estatua de Garibaldi, en cuya base están escritos los nombres de un par de ciudades, entre ellas, Montevideo.



En el medio dice Montevideo, Somos famosos.


También visitamos la catedral, un edificio gigante de estilo gótico que es el emblema de la ciudad y que tomó más de 500 años en ser terminada. Hecha de mármol, es realmente espectacular vista de cerca, más que nada por todas las pequeñas torres que tiene y lo detallado de su diseño.

El último lugar turístico importante que recorrimos fue la Galería Víctor Manuel II, una galería llena de tiendas donde se puede comprar ropa... si tenés plata. En serio, habían una tienda Gucci, una Prada y un Louis Vutton una al lado de la otra. También se encuentra en la galería un hotel 7 estrellas. Sí, ni cuatro ni cinco. Siete.

El resto del día nos dedicamos a recorrer la ciudad. Annika quiso entrar a una tienda de ropa y me pidió que le sirviera de traductor entre ella y la vendedora, quien dijo no hablar inglés. Como el español y el italiano se parecen un poco, pensó que sería buena idea que le sirviera de intérprete. Para mi sorpresa, la vendedora era de Ecuador, así que pudimos hablar sin problemas.
Por el lado culinario, tomamos helado aprovechando el calor y fuimos a comer pizza, como no puede ser de otra manera en Italia. Estuvimos en una pequeña pizzería en donde me encontré con un grupo de argentinos. Los latinos estamos lentamente dominando Europa un paso a la vez.







A pesar de haber estado en Milán solo un día (seis horas más o menos), el tiempo alcanzó perfecto para todo, Pudimos visitar todas las atracciones turísticas de importancia y nos dio tiempo para pasear (y comer). Fue un sábado genial y estoy muy muy agradecido con mi familia por haberme regalado este viaje a sabiendas de que tenía tantas ganas de visitar Italia. El hecho de que me lo hayan hecho de sorpresa lo hizo aún mejor.


La semana del 21 al 26 fue realmente cansadora. Mi semana más "activa" por decirlo así. Usualmente no salgo mucho, pero ante la idea de que me regreso está tan cerca, organicé algo para hacer cada día, sin pensar en que, como todo humano, necesito dormir.

El martes 21 tuve el 7/8 Fest con mi clase. Eso es: alquilamos una cabaña en el medio del campo, nos enfiestamos hasta las 6 de la mañana, desayunamos y fuimos directo al liceo (al menos los que sobrevivimos hasta el día siguiente. Yo tuve que dormir media hora). No hace falta decir que el miércoles nadie tenía ganas de nada. En historia, el profesor puso una película sobre los japoneses o algo así y todos aprovechamos la oscuridad del salón para siestear violentamente. Hermoso. Para hacer todo más diver diver, a la tarde tuve un escrito de alemán sobre preposiciones, en el cual por suerte me fue bien (31 puntos de 38, perras) y di una presentación sobre Uruguay (reutilicé la que ya había hecho para geografía en enero).


Los supervivientes
El jueves y el viernes fueron dos días de verano en un verano que no parece un verano. Hasta el miércoles estuvo horrible, y desde el sábado estuvo de nuevo horrible. Con mi familia anfitriona aprovechamos estos dos días para hacer una parrillada e ir a nadar al Rin, que está a unos 15 minutos en bicicleta. Me gustó mucho la experiencia de poder nadar ahí. Fue muy diferente a nadar en la costa del Rio de la Plata, donde no podés ver la otra orilla. En la parte del río en donde nadamos, uno podía nadar hasta Suiza y luego volver en literalmente dos minutos. También me encantó la idea de playa que acá se maneja al ser Austria un país sin costas. Si bien la ida al Rin fue como una ida a la playa, faltó el factor arena, por lo que tuvimos que tomar el sol acostados en toallas sobre las piedras, No tan cómodo, pero la claridad del agua (en la cual me podía ver los dedos de los pies incluso cuando el agua me llegaba al pecho) compensó esto con creces.




Pero en este mes también tocó despedirse muchas veces. El mismo viernes en el que fui a nadar fui a bailar con Catarina y Karolin, dos estudiantes de intercambio, para despedir a Karolin que viajaba ese domingo ya de regreso. Aunque un poco tristes, la pasamos muy bien. El baile al que fuimos pasó música muy... variada. Desde Shakira, Rihanna y Ai se eu te pego hasta Linkin Park, Backstreet Boys y Robbie Williams.
Llegué a casa a las 5:30 de la mañana y me desperté a las 9:30 porque el jardinero se puso a cortar el pasto del fondo. ¿Dónde está mi cuarto? Sí, en el fondo.


Almuerzo-despedida para Karolin (centro)
Como ya les dije, en el liceo tengo clases de español. Mi profesora de español es alta capa (para la gente que no sea de Uruguay/Argentina, "alta capa" significa "muy genial") y quiso que hiciéramos una fiesta de piñatas porque acá no son conocidas. Hicimos tres piñatas, las llenamos de caramelos, compramos nachos, guacamole, bebidas, gomitas y golpeamos las piñatas con un bate de béisbol. Yo fui uno de los "golpeadores", pero no le pude dar ni un golpe a ninguna piñata, sino al aire y a una mesa. 0% coordinación.

También tuvimos un día de cocina española después del liceo. La mayoría de la clase, la profesora de español y la de alemán nos juntamos en las cocinas del liceo y preparamos paella, tortillas, empanadas gallegas, ensalada rusa y sangría. Cuando digo "preparamos" en realidad quiero decir "yo mezclé ingredientes mientras los demás hacían el verdadero trabajo", pero al menos pude usar mi delantal de Lederhose y comer mucho.  


Calentando la comida en el horno con mi candela latina




Recibí visitas durante mi penúltimo fin de semana en Austria: Sara vino al Ländle a pasar un fin de semana y aprovechar a conocer esta parte de Austria por primera vez. El sábado y el domingo el clima no fue nuestro amigo, Llovió y llovió y después llovió un poquito más. Por suerte, el lunes brilló el sol y pudimos salir a pasear, así que en compañía de Sam fuimos a Bregenz y a Lindau a comer y a sacar fotos. El martes nos tuvimos que decir adiós, debido a que al menos hasta el año que viene no nos vamos a ver, cuando venga a Uruguay a visitar a su familia anfitriona. Definitivamente la peor parte de estar de intercambio es el tener que decir adiós.


Esta foto la pongo en grande porque salí bien


Con una gripe que espero que me deje antes de viajar, me despido hasta dentro de unos días, cuando me gustaría escribir algo sobre como es estar en los días finales del intercambio. Veré cuando me viene la inspiración. 


Uf widderluaga mitanand!! Emiliano