jueves, 29 de octubre de 2015

Mes 2: Orientación de arribo, Oktoberfest, Viena y mucho alemán

Escribo desde la comodidad de mi casa en este día tan lluvioso. En Vorarlberg ahora estamos de vacaciones de otoño por una semana y un día, (muy parecido a nuestra semana fantasma de vacaciones en setiembre) lo cual me da tiempo libre para no hacer nada. En otras partes del país tuvieron solo unos tres días, así que puedo agregar esto a "Las ventajas de vivir en Vorarlberg" junto a las montañas, la tranquilidad y a que el nombre del lugar suena re cheto y exótico.

Hoy son dos meses desde mi llegada a Austria. Por un lado estoy tipo "eh? dos meses recién? parecen más" pero por el otro "eh?! ya dos meses? pero todavía no hice esto, ni esto otro, ni..." Sí, el tiempo del estudiante de intercambio fluye a un ritmo diferente al del resto del mundo.

Durante los primeros días de Octubre (2, 3 y 4 específicamente) fue la orientación de arribo de los estudiantes de intercambio que están viviendo en Austria. La mayoría nos quedamos un año, pero hay varios que se quedan hasta febrero únicamente (o sea seis meses). En total somos unos cincuenta o tal vez algunos más de todas partes del mundo. De estos cincuenta, diez éramos de Latinoamérica así que se podrán imaginar que descargué todo mi español reprimido en el primer mes en esos tres días. De hecho, el domingo algunos otros estudiantes me dijeron que aprendieron mas español que alemán durante ese fin de semana, así que se hacen una idea. Fue muy divertido.

Pero volviendo al tema, la orientación tuvo lugar en Micheldorf, un pueblo en el estado de Öberösterreich a unas 6 horas de Feldkirchen en tren. No fui solo, sino que fui (como creo que ya mencioné en otra entrada) con otras estudiantes de intercambio que viven en la misma zona que yo.
Luego de tomar un tren a Linz, tuvimos que tomar otro tren y después un ómnibus, solo para terminar perdidos en medio de un pueblo que no podía tener más de 6000 habitantes (según Wikipedia, 5816). Estuvimos caminando por casi una hora, cargando valijas bajo el sol del día más caluroso en la historia del otoño austríaco. Al final terminamos entrando en una residencia para ancianos (sin autorización) para ir al baño y ver si podíamos comprar agua. Encontramos baños, pero por desgracia no hay kioskos que vendan agua en las residencias para ancianos. Decepcionadísimo.

Cuando al fin llegamos al punto de encuentro (gracias al GPS del celular de Sam, la estudiante canadiense) ya había llegado la mayoría de los estudiantes. Después de saludar a los que ya conocía pues los había visto en Viena o en Innsbruck, emprendimos todos juntos el camino hacia el lugar en donde sería la orientación: un fuerte medieval, de mil años de antigüedad en lo alto de una colina. La subida fue... interesante. Creo que para cuando llegamos a la cima varios estábamos considerando tirarnos al suelo e intentar rodar. Pero, por suerte nuestros bolsos y valijas fueron llevados en un camión hasta el fuerte. Lo gracioso es que considerando mis anteriores experiencias con el senderismo, esto no era nada: un camino pavimentado y que sólo hacía unas curvas y que iba cuesta arriba, bastante más fácil que los caminos llenos de piedras y barro que había visto antes, pero de todas formas estuvo heavy. De todas formas, en la subida pude conocer a mucha gente nueva y conversar con los que ya conocía.


El fuerte

Una vez en el fuerte, hicimos algunas actividades relacionadas con el respeto, la tolerancia y la apertura de mente. Luego comimos, y algo que me gustó de la comida (y de todas las comidas) es que uno no se podía sentar donde uno quería, sino que sobre cada plato había un papel con un nombre que señalaba donde debía uno sentarse, y que en cada comida estaba en un lugar distinto para que así habláramos con diferentes estudiantes. En esa primer cena, me senté al lado de un chico paraguayo, lo cual fue muy gracioso porque habíamos iniciado la conversación en inglés.

No voy a entrar en detalles sobre cada taller y charla que tuvimos, pero hubo un taller en particular que me gustó mucho, y fue uno en el que nos separaron de acuerdo a nuestro lugar de procedencia: los del centro de Europa por un lado, los del norte por otro, los latinoamericanos por otro y así. Estuvimos con dos voluntarias que habían hecho sus intercambios en Latinoamérica y nos preguntaron que nos parecía la cultura austríaca y que diferencias habíamos encontrado entre ésta y la latina, y ahí cuando todos comentábamos nuestras experiencias y nuestras impresiones me di cuenta de que en general todos compartíamos las mismas opiniones y puntos de vista, lo cual fue bastante ¿"reconfortante"?, no. No sé bien como decirlo pero estuvo bueno estar con gente que te entiende y que está pasando por lo mismo que vos.


Sabrosura
Eso último no aplica solo a los otros latinos, sino que va para todos los estudiantes de intercambio que conocí en esos días. Fue un fin de semana espectacular en el que las fronteras que nos dividen se derritieron luego de unas palabras. Conocí a un montón de gente genial de todas partes del mundo y por suerte me volví a encontrar con algunos de ellos unas semanas después en Viena.








Mis habilidades selfie son tan buenas que corté mi propia cara de la foto






Sí, me gustó mucho la vista




¡Gracias a todos!

Una semana después de terminada la orientación, el viernes 9 de octubre, no tuve liceo y en lugar de eso fui a Bregenz, la capital de Vorarlberg con mi clase. Ellos tenían que ir a la Vorarlberg Landesbibliothek, o sea, la principal biblioteca del estado, para buscar información para un trabajo que tienen que hacer. Yo, en ausencia de trabajo que hacer, saqué fotos del lugar y de los libros que eran más viejos que la vejez misma,
La biblioteca había sido una iglesia en el pasado, y se conservan aún vitrales e inscripciones religiosas en el edificio. 
¡Ah! y por poco me olvido: en el camino hacia Bregenz, fuimos en un tren igual al de Harry Potter, con compartimientos separados y todo.



Tren Potterico
Libros ancianos








Pero la noche del 9 fue lo interesante, porque fui por primera vez a un Oktoberfest. Celebrado en la ciudad de Hohenems a unos tres minutos de Altach, fui acompañado de dos estudiantes de intercambio, la hermana de una de ellas y una amiga de la última. Por desgracia no pude usar Lederhosen, unos pantalones tradicionales y que se usan en eventos especiales como por ejemplo un Oktoberfest. No pude conseguir a tiempo unos así que tuve que ir vestido de persona normal, para mi pesar.

No fue nada del otro mundo, honestamente esperaba más pero no fue malo tampoco. Estaba con un sueño brutal porque era viernes y me había levantado a las 6, y además esa noche no había tanta gente. Pero, la gente bailando y usando ropa típica fueron muy divertidos de ver. Tampoco pasaron únicamente música folk austríaca, sino que una banda en vivo cantó tanto folk como canciones conocidas del momento.
Esa noche también fuimos a McDonald's (porque la comida adentro estaba muy cara y somos pobres) donde comí una versión 2.0 de las papas fritas que la verdad me sorprendieron gratamente.

Gente dejándolo todo en la pista




Gente dejándolo todo en las mesas y usando Lederhosen :'(


Catarina (Suecia), Sam (Canadá), Catrin (hermana anfitriona de Sam) y yo, La foto la sacó Sarah, amiga de Catrin.

El 11, domingo, fuimos con Annika y mi mamá anfitriona a un Wildpark en Feldkrich, que sería un parque de vida silvestre como el que hay en el cerro Pan de Azúcar en Piriápolis: animales autóctonos que no están en jaulas sino que tienen espacios más grandes y verdes para poder moverse. Adivinen donde estaba este parque... sí, en una colina. Cuando se tiene un terreno tan montañoso hay que aprovecharlo. La mayoría de la gente en el lugar eran familias con niños.

Me llevé un souvenir del Wildpark, una especie de sello con el logo del parque y un conejo. Para conseguirla tuve que poner una moneda de 50 céntimos en una máquina y girar una palanca, y luego salió esa misma moneda pero estirada y con el logo impreso en ella. Una maravilla de la tecnología.


Mi souvenir








Las siguientes actividades que hice estuvieron más relacionadas con el liceo. El 20 de octubre fuimos a un musical presentado por estudiantes del Musikgymnasium del liceo (la orientación musical/artística), llamado "100.000 Mark". El musical no era tipo una obra de teatro en la que de vez en cuando se ponían todos a cantar y bailar de forma espontánea y sincronizada, sino que era una obra normal pero que contaba con algunas partes cantadas y otras bailadas, pero que no eran de mucha relevancia para la obra en general, como por ejemplo hacer de música de fondo en una escena o de "entretiempo" entre una escena y otra.

Había ido con muy bajas expectativas porque mis compañeros me habían comentado que estos musicales se hacían todos los años y siempre eran aburridos o raros, pero la verdad que para mí fue todo lo contrario. No solo los estudiantes tenían un enorme talento para actuar, cantar, tocar instrumentos y bailar, sino que la obra fue muy divertida. No, no pude entender todo, y varias veces en las que el público se reía yo no entendía bien porqué, pero de todas formas pude entender la trama y las cosas que pasaban, así que salí del teatro bastante feliz de haber entendido la mayoría de las cosas. Hubieron cosas que creo no hubiera captado aunque el musical hubiera sido en español, como las sillas voladoras o algunas escenas que se representaban en una pantalla mediante un proyector. Con esta obra confirmo: la gente artística suele ser muy rara, independientemente del país en el que uno se encuentre.

El teatro, con un cartel promocionando la obra.

Al día siguiente a este musical, tuve una prueba de alemán en mi curso para extranjeros (en el que ahora tenemos dos compañeros nuevos que son sirios) que tengo en mi liceo. No se aún la nota pero no espero un 100/100. Si bien hablando me está yendo cada vez un poco mejor, la gramática me sigue costando lo suyo, especialmente tiempos verbales turbios como el genitivo. De todas formas, me tengo fe.
Me puse el objetivo de estudiar un poco de alemán todos los días y hasta ahora lo he cumplido. La profesora insiste en que es algo que debemos hacer para avanzar con el idioma y yo estoy de acuerdo. Leyendo libros para niños e intentando mirar tele en alemán ayuda a acostumbrar el oído y también, mis compañeros de clase me ayudan cuando tengo un problema, aunque no puedan explicarme muy bien el "porqué" de las cosas, así como yo no puedo explicarles como formar el subjuntivo en español pero sé decirles si la oración está bien o mal.

En el liceo en general, me está yendo mejor que hace un mes, me parece. Participé en clase unas veces cuando entendía la pregunta y sabía como responderla y en general creo que estoy captando un poco más de lo que dicen los profesores. 

A través de Facebook y gente en común, conocí a otros estudiantes de intercambio de una organización llamada Rotary que también viven en Vorarlberg, por lo que la reacción más normal fue organizar una juntada lo antes posible. Al final terminamos yendo al supermercado y comiendo sentados en unas escaleras hablando por un largo rato. Fue genial. Me puso muy feliz que hubiera una chica de Brasil, por ser la única latinoamericana que vive en Vorarlberg aparte de mí (que yo conozca por el momento). La chica italiana que está en mi clase no pudo ir, pero está invitada para la próxima vez. Y sí, natürlich que quedamos en hacer algo de nuevo próximamente. Conocer más estudiantes de intercambio es algo bien wunderbar (ta, ya me calmo con el alemán). 


Jakob (Finlandia), Kylee (USA), yo, Tamara (Canadá), Karolin (Estonia), Sam (Canadá), Julia (Brasil) y la fotógrafa Catarina (Suecia).

Por último, y hablando de estudiantes de intercambio, el fin de semana pasado me fui a Viena, aprovechando que tenía una semana libre por delante y no tendría que preocuparme por llegar temprano y levantarme para ir al liceo el día siguiente. 
El sábado me levanté a las siete y a las 8:15 me tomé el tren de seis horas hasta la Westbahnhof. Cerca de mi llegada, se me unió en el tren Henrik de Estonia, y a las 14:30 llegamos a la estación en donde esperaba Ernesto, de Paraguay. Unos minutos después llegaron Sara y sus padres, en cuya casa nos quedaríamos Ernesto y yo.
Comimos en un restaurante turco (en donde Ernesto me enseñó a decir "tengo hambre" en guaraní) y luego salimos a turistear por Viena, hasta que recibimos un mensaje de otros estudiantes de intercambio (tenemos un grupo de Whatsapp con estudiantes de intercambio de distintas organizaciones) que decían que estaban en un Starbucks en nosequecalle, así que allá nos dirigimos.

Sara, Ernesto, Henrik y yo
En el café nos encontramos con estudiantes de YFU y conocimos a otras que estaban con AFS, decidimos ir al centro en donde había una especie de espectáculo de luces que hacía que los edificios estuvieran llenos de color. Hermoso. De ahí nos fuimos a un bar en donde habremos estado unas dos horas en las que hablamos y nos conocimos mejor con las chicas de AFS que yo por lo menos no conocía. Después, nos separamos: Henrik tuvo que tomarse su tren de regreso, Sara, Ernesto y yo fuimos a un Burger King y las otras chicas no sé que hicieron. En Burger King comí una hamburguesa negra (el pan era negro) que era un especial de Halloween. Ernesto casi muere del asco ahí, pero estaba rica, lo juro.
De ahí fuimos a un pub a jugar al pool en donde me fue mejor de lo que esperaba pero igual terminé perdiendo.


El bar
   


No es tan asquerosa como se ve

Mucha gente linda de muchos países.

El domingo nos levantamos temprano, desayunamos y fuimos a Schönbrunn, palacio al que ya había ido antes pero solo había visto desde afuera, y nos encontramos con Sam. Paseamos por los jardines, fuimos a la Glorieta, comimos en el pequeño "parador" o café en el medio del laberinto de arbustos e hicimos un tour por el interior del palacio, en donde nos entregaban un pequeño aparato que te lo ponías en el oído y te iba dando información sobre cada habitación en tu idioma. Schönbrunn es algo impresionante, y si bien no tengo fotos del interior porque no estaba permitido, créanme cuando les digo que si van a Viena no pueden dejar de ir ahí. Una auténtica maravilla arquitectónica, se podía respirar el lujo, las paredes con revestimientos dorados, las finas cortinas y alfombras, los candelabros, la platería, los cuadros del tamaño de una pared, todo. Una obra de arte en todo sentido. se podía escuchar el Danubio Azul sonando de fondo en tu cabeza mientras caminabas por el salón de baile. 
Estuvimos incluso en la habitación donde el mismísimo Mozart tocó cuando solo contaba con seis años de edad.
Visitamos también la glorieta y junto con Sam rodamos por una colina de pasto que había ahí









   Luego de Schönbrunn, fuimos con Ernesto hasta la estación en donde él se tomó el tren de regreso a su pueblo y nosotros nos juntamos con Mátyás, un chico húngaro que está también con YFU y fuimos a patinar sobre hielo. Fue la primer vez que lo hice y si bien fui horrible (los videos nunca van a ver la luz del día), fui mejor de lo que esperaba. Lo que me pone más feliz es que al fin pude hacer una de las cosas que más estuve esperando hacer desde que llegué. Ahora me quedan esquiar y hacer muñecos de nieve. De este tipo de cosas es que se trata un intercambio, el hacer cosas que nunca te imaginaste haciendo con gente que nunca te imaginaste conociendo (patinar sobre hielo con un húngaro, una canadiense y una austríaca). Fue lo mejor del fin de semana.  





Estuvimos patinando (en mi caso "patinando") por una hora y después fuimos a Stephansplatz, en donde nos esperaba Henri, de Finlandia. Todos juntos nos fuimos a un pub irlandés en donde cenamos (como era domingo había descuentos). Comimos, hablamos, reímos y después cada uno se fue por su lado, yo con Sam y Sara a la casa de la última dando por terminado el que ha sido hasta ahora el mejor día desde que llegué a Austria. 

El lunes era día de feriado nacional, así que lo que hicimos básicamente todo el día fue caminar por la ciudad. Nos encontramos con una amiga de Sara que yo ya conocía de mi anterior visita, y fuimos los cuatro al Cafe Museum, mi primera vez en un Café vienés en toda regla (muy intelectualoide) y mi primera vez comiendo Kaiserschmarrn, una comida típica austríaca hecha con masa de panqueque y que me en-can-tó.
También comí ahí mi decima Sachertorte desde que pisé el suelo austríaco. Ya se que es lo que voy a extrañar cuando vuelva a Uruguay...




Oh, glorioso Kaiserschmarrn, cuéntame tus secretos

Esa tarde-noche en casa de Sara, Sam probó por primera vez el mate. Incluso tengo un video, al que yo mismo llamé "Canadiense vs. mate". Muy para mi disgusto, le gustó. Como un uruguayo anti-mate y consciente de que soy parte de una raza en peligro de extinción, sigo sin comprender como es que a todos los extranjeros que prueban el mate, les gusta tanto. 
Lo último de la noche de ese lunes fue ir con Sam y Santiago (de Argentina) al Prater, un parque de atracciones tipo Parque Rodó pero más... parque de atracciones. Sara no pudo ir porque al día siguiente tenía liceo. 
Y como este fin de semana fue uno de primeras veces, me subí a una montaña rusa por primera vez. Casi me cago encima, pero estuvo muy buena. 
También subimos al Praterturm, una torre de 117 metros de altura que tiene unos asientos que giran en lo alto. Una vista espectacular de toda Viena, pero que se puede apreciar mejor de día y sin tanto frío. Terminamos con unos viejos y queridos autos chocadores.
Luego de eso, Sam se tomó el tren nocturno de regreso a Vorarlberg y Santi y yo fuimos a su casa a dormir.

Mi pelo post-montaña rusa y post-viento de Praterturm

Así se ve la Praterturm de día

El martes fue mi último día en Viena. Hice de turista por la ciudad, paseé en compañia de más estudiantes de intercambio, conocí otros nuevos y a las 15:30 me tomé el tren de regreso a Vorarlberg.

En estos días no he hecho nada, literalmente nada. No alemán, no estudio, nada. Estas vacaciones están siendo tomadas muy en serio.




Hasta la próxima entrada, Emiliano

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